martes, 2 de diciembre de 2008

LA VIDA ES COMO EL FUTBOL

Tuve la fortuna de ver jugar a Maradona. No exagero al decir que es el mejor jugador de futbol que estos ojos hayan visto en su infancia tardía y adolescencia temprana. Mentiría al decir que en el '86 estuve al pendiente del Mundial. Con siete años de edad, mis intereses estaban dirigidos a construir "presas" y "diques" en los montones de arena, capturar renacuajos, tocar timbres, jugar al G.I. Joe, aprender a no caerme de la bicicleta y subir a los árboles. Pero sin duda, dos de las pocas imágenes de esa Copa que tengo marcadas en mi memoria son los "dos" goles que anotó "el Diego" esa tarde histórica del Argentina vs Inglaterra en el Estadio Azteca.

El segundo de ellos un poema de despliegue futbolístico. . . recibe el balón en su media cancha, gira, se quita a dos adversarios, se detiene, arranca a toda velocidad mientras jugadores ingleses van cayendo a su lado con la cintura destrozada, entra al área. . . un recorte más y el pase a la red, Gol. . . 2-0 en contra de los ingleses.



Decepcionante ver cómo terminó su carrera rodeado de vividores, cubierto de deudas, con dificultades para librarse de sus adicciones, sobrepeso, problemas de identidad, estados alterados de conciencia, nula credibilidad. . . un desastre. No importa cuántas veces diga que la mano con la que metió el primer gol de ese día fue la de Dios, todos vimos su trampa y todos sabemos que mintió, de nada sirve negarlo. Atrás quedaron las tardes en que fue aclamado por las multitudes, seguido por los pequeños, admirado por los grandes. En el mundo de los Ronaldinhos, hoy no es más que un payaso que ni la risa merece y cuyo recuerdo remite a situaciones poco dignas. . . estás acabado.

Nada es casualidad.

The Rolling Stones
"Paint it black"

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