Cronicografía Cotidiana
Crónica de lo común en imágenes y palabras.
martes, 1 de julio de 2025
Date With The Night
miércoles, 28 de mayo de 2025
Reflexiones Pandémicas 2020
"La peste no es la excepción, es la regla revelada."Albert Camus.
Ayer me encontré con esto que escribí hace cinco años y una semana, el 20 de mayo del 2020, cuando teníamos apenas dos meses de estar encerrados, tanto como los grados de privilegios de cada uno lo permitieran, porque el confinamiento no fue igual para todos.
Me pareció interesante, como ejercicio personal, leerme a la distancia. Me recuerdo haciéndome esas preguntas sobre el lujo, las ciudades y los espacios rurales, de alguna manera siguen rebotando en mi cabeza, pero de diferente manera. Qué días tan raros aquellos, que la calle estaba rarísima, el silencio general, el hipócrita miedo de encontrarnos o vernos con otras personas más allá de nuestro círculo inmediato,
"¿Qué es lo normal? ¿Cómo será nuestra vida después de esto? ¿Habrá un después?
miércoles, 26 de febrero de 2025
Ballena. A+EE (02|20)
Me soñé en Halifax caminando junto a una ciénaga donde crecían carrizos y lirios que se perdían y aparecían conforme se abría y cerraba la niebla. Mientras caminaba, sentía mis pies pesados hundirse en el piso que era una combinación de lodo y pasto congelado que oía crujir en cada paso que daba.
Después de algunos minutos de andar, llegaba al punto donde se mezclaban la laguna con el mar y una montaña de piedra se levantaba junto. A esta montaña le habían labrado un camino que subía en una rampa hasta la cima.
Yo subía caminando por ahí a la vez que miraba hacia el mar por algunas aperturas que había en el camino de piedra por el que iba. Veía que pasaba nadando muy despacio una ballena enorme que exhalaba profundo en el momento que su lomo alcanzaba la superficie y me daba cuenta que detrás, como si fuera un desfile, venían otras ballenas de diferentes tamaños, todas con movimientos pausados y elegantes, yo pensaba que serían tal vez una familia que estaba migrando hacia otras aguas.
En ese momento, yo estaba por llegar a la cima de la montaña cuando a lo lejos, en el borde donde nacía el camino de piedra, veía sentada a mi abuela, la mamá de mi padre, que recargaba el peso de su cuerpo sobre una mano y con la otra acariciaba el agua del mar que tenía junto a ella. Veía que también observaba a las ballenas. Estaba de espaldas a mí y no podía ver su rostro, pero sabía que era ella y le gritaba. ¡Abuela! ¡Abuela Olga! Y entonces volteaba y yo veía que sí era, pero era una versión suya mucho más joven, tanto como una foto que tenemos de ella de cuando tenía veinte o veintiún años por ahí de 1939.
Yo bajaba corriendo hasta donde estaba para preguntarle qué estaba haciendo ahí, pero no me respondía, sólo me veía y, en silencio, regresaba la mirada a las ballenas.
Nunca he estado en Halifax, he pasado sobre ella y sé que no tiene montañas de piedra. A veces sueño con ballenas, pero casi nunca con los muertos.
Soda Stereo
Gira Me Verás Volver
jueves, 20 de febrero de 2025
Ballena. A+EE (01|20)
Caifanes
Caifanes
miércoles, 18 de diciembre de 2024
Apuntes Oníricos: Hola
Estaba con Sofi en un mercado al que, cuando era niño, iba con mi madre todos los viernes al salir de la primaria. Ahí siempre nos encontrábamos con mi amigo Julio, que también acompañaba a su mamá para hacer el mandado. Mientras ellas se ponían a platicar de cualquier cosa que no nos interesaba, Julio y yo recordábamos las hazañas del recreo de esa mañana.
Mi mamá tenía muy arraigada la idea de que el hígado era bueno para la salud, y, salvo que tuviera la suerte de que algún amigo me invitara a comer a su casa, los viernes sólo había una certeza en mi vida: habría hígado encebollado en la mesa.
Bueno, pues ahí estábamos Sofi y yo, caminando y platicando por el mercado lleno de gente, colores, olores y sonidos. No recuerdo hacia dónde íbamos, pero pasamos junto a un puesto de flores y vi unos claveles marchitos. Bajé a Sofi de mis brazos y le pedí que no se moviera de ahí, que me esperara frente al puesto mientras yo me acercaba a recortar las flores marchitas y regresaba por ella para seguir nuestro camino.
Tomé las flores, corté las marchitas con unas tijeras que aparecieron en mi mano y devolví el resto al recipiente con agua que hacía de florero. Fue en ese momento que me di cuenta de lo que acababa de hacer. Pensé que mi trastorno obsesivo-compulsivo no diagnosticado había llegado demasiado lejos y que nunca debí dejar sola a una niña de cinco años, ni siquiera por un segundo. Miré hacia donde la había dejado, pero ya no estaba.
Empecé a gritar un nombre que no era el suyo, sino el de su madre, pero mi voz apenas se oía entre el bullicio de los vendedores y la gente que pasaba. Nadie me escuchaba, nadie parecía prestarme atención. Sofi no aparecía por ningún lado. La desesperación me invadía, sentía mi corazón latir con fuerza, gritaba y lloraba desesperado, pensando cómo iba a poder vivir después de haberla perdido.
Entonces, como pocas veces me ha pasado, me di cuenta de que estaba soñando. Fui consciente de estar caminando en una pesadilla y de que sólo tenía que despertarme para que todo terminara.
Abrí los ojos. Hacía frío. Eran las cuatro con cuarenta y tres minutos. Esperé un minuto más y me volví a dormir.
Hoy comí tacos de guisado en mi taquería favorita para eso y me pedí dos de hígado encebollado, uno con arroz y otro con frijoles y requesón. Tacos Hola mi amor.
viernes, 29 de noviembre de 2024
Internet y Redes Sociales
jueves, 15 de agosto de 2024
Cronicografía Cotidiana
Había estado esperando ese día con mucha inquietud. No estaba seguro de si obtendría una respuesta favorable a mis intereses, ni tampoco de si me sería negada. Me encontraba justo en medio de ambas posibilidades, inmerso en una completa incertidumbre.
Me había presentado a hacer el examen de admisión a la Facultad de Arquitectura de la UNAM sin haber estudiado. En aquellos años, finales de los noventas, en la prepa donde estudié, la escuela se encargaba de todo el trámite de inscripción a la prueba, te entregaban la guía de estudio correspondiente al área de tu carrera, y uno solo tenía que ponerse a estudiar.
No tuve un buen primer año de bachillerato. En el segundo, mejoré un poco, y en el tercero, otro tanto, lo suficiente para salir con un promedio decente que pocas veces convencía a mis padres. Me pidieron, o más bien, me exigieron, dejar el fútbol, no ver a mi novia los fines de semana, guardar la guitarra, y dedicarme únicamente a leer la chingada guía.
Recuerdo llegar todos los días a casa para comer y luego subir a mi cuarto, tirarme de panza en la cama, aislado de todos, abrir la guía, clavar la frente sobre ella, y dormir hasta que la culpa me despertaba un par de horas después.
Podría parecer que me importaba poco el futuro, pero no era así. Simplemente no encontraba el hilo de las cosas. Aunque desde niño siempre dije que sería arquitecto, en ese momento veía los compromisos como una bola gigante que se me venía encima, y no encontraba otra forma de enfrentarlos que apagándolos con una siesta un par de horas al día.
El examen no fue fácil, pero tampoco imposible. Eran ciento veinte preguntas de opción múltiple, agrupadas en diferentes temas de cultura general. Algunas requerían operaciones matemáticas de diversa complejidad, así como fórmulas físicas y químicas para resolver problemas y encontrar la respuesta correcta entre las opciones, todas muy parecidas.
Pasaron tres o cuatro meses entre el examen y la publicación de los resultados en la Gaceta de la UNAM. Durante ese tiempo, casi todos los días en casa me preguntaban cómo me había sentido y si creía tener los aciertos suficientes para quedarme, aumentando así la tensión en la espera del resultado.
No salí la noche anterior; temía no haber sido seleccionado y tener que escuchar reclamos todo el domingo, en medio de una cruda, una desvelada y con pocos argumentos para defenderme bajo esas condiciones. Salí sin hacer ruido a las 6:00 am para buscar algún puesto de periódicos abierto. En el primer puesto donde paré, ya estaba el vendedor acomodando las gacetas sobre una mesa. Me recuerdo agitado, tratando de controlar mi respiración y no hacer evidentes mis nervios. Subí al coche y busqué mi número de boleta. No lo encontré. Busqué de nuevo y, ahí estaba, con la letra "S" de Seleccionado.
Esta vez fue diferente. Decidí estudiar Periodismo como segunda carrera, con la ventaja de que mi futuro profesional no dependía de ser aceptado o no. Independientemente de no tener tiempo libre en mi vida, otra vez no estudié para presentar el examen, pero en esta ocasión fue una decisión tomada desde el principio. Bajo la lógica de que la prueba sería sobre cultura general y razonamiento lógico, confié en mis conocimientos y en mi capacidad, no sé si mucha o poca, de pensar analíticamente las cosas. Aproveché el tiempo para despejarme y aislarme del ruido cotidiano, y me salí con la mía, fui aceptado con un porcentaje de aciertos con el que me siento satisfecho.
Me siento oxidado; normalmente leo mucho, pero llevo años sin hacer una tarea, y en esta primera semana me quedo en blanco cada vez que intento comenzar alguna de las que ya tengo.
Pensé que reactivar mi blog podría ayudarme a soltar las palabras y las ideas. Le cambié el nombre que tuvo durante dieciséis años, desde el 8 de agosto del 2008 hasta hoy, que estoy escribiendo de nuevo por aquí con música y fotos siempre que se pueda.
"Go"
The Chemical Brothers