jueves, 15 de agosto de 2024

Cronicografía Cotidiana

Había estado esperando ese día con mucha inquietud. No estaba seguro de si obtendría una respuesta favorable a mis intereses, ni tampoco de si me sería negada. Me encontraba justo en medio de ambas posibilidades, inmerso en una completa incertidumbre.

Me había presentado a hacer el examen de admisión a la Facultad de Arquitectura de la UNAM sin haber estudiado. En aquellos años, finales de los noventas, en la prepa donde estudié, la escuela se encargaba de todo el trámite de inscripción a la prueba, te entregaban la guía de estudio correspondiente al área de tu carrera, y uno solo tenía que ponerse a estudiar.

No tuve un buen primer año de bachillerato. En el segundo, mejoré un poco, y en el tercero, otro tanto, lo suficiente para salir con un promedio decente que pocas veces convencía a mis padres. Me pidieron, o más bien, me exigieron, dejar el fútbol, no ver a mi novia los fines de semana, guardar la guitarra, y dedicarme únicamente a leer la chingada guía.

Recuerdo llegar todos los días a casa para comer y luego subir a mi cuarto, tirarme de panza en la cama, aislado de todos, abrir la guía, clavar la frente sobre ella, y dormir hasta que la culpa me despertaba un par de horas después.

Podría parecer que me importaba poco el futuro, pero no era así. Simplemente no encontraba el hilo de las cosas. Aunque desde niño siempre dije que sería arquitecto, en ese momento veía los compromisos como una bola gigante que se me venía encima, y no encontraba otra forma de enfrentarlos que apagándolos con una siesta un par de horas al día.

El examen no fue fácil, pero tampoco imposible. Eran ciento veinte preguntas de opción múltiple, agrupadas en diferentes temas de cultura general. Algunas requerían operaciones matemáticas de diversa complejidad, así como fórmulas físicas y químicas para resolver problemas y encontrar la respuesta correcta entre las opciones, todas muy parecidas.

Pasaron tres o cuatro meses entre el examen y la publicación de los resultados en la Gaceta de la UNAM. Durante ese tiempo, casi todos los días en casa me preguntaban cómo me había sentido y si creía tener los aciertos suficientes para quedarme, aumentando así la tensión en la espera del resultado.

No salí la noche anterior; temía no haber sido seleccionado y tener que escuchar reclamos todo el domingo, en medio de una cruda, una desvelada y con pocos argumentos para defenderme bajo esas condiciones. Salí sin hacer ruido a las 6:00 am para buscar algún puesto de periódicos abierto. En el primer puesto donde paré, ya estaba el vendedor acomodando las gacetas sobre una mesa. Me recuerdo agitado, tratando de controlar mi respiración y no hacer evidentes mis nervios. Subí al coche y busqué mi número de boleta. No lo encontré. Busqué de nuevo y, ahí estaba, con la letra "S" de Seleccionado.

Esta vez fue diferente. Decidí estudiar Periodismo como segunda carrera, con la ventaja de que mi futuro profesional no dependía de ser aceptado o no. Independientemente de no tener tiempo libre en mi vida, otra vez no estudié para presentar el examen, pero en esta ocasión fue una decisión tomada desde el principio. Bajo la lógica de que la prueba sería sobre cultura general y razonamiento lógico, confié en mis conocimientos y en mi capacidad, no sé si mucha o poca, de pensar analíticamente las cosas. Aproveché el tiempo para despejarme y aislarme del ruido cotidiano, y me salí con la mía, fui aceptado con un porcentaje de aciertos con el que me siento satisfecho.

Me siento oxidado; normalmente leo mucho, pero llevo años sin hacer una tarea, y en esta primera semana me quedo en blanco cada vez que intento comenzar alguna de las que ya tengo.

Pensé que reactivar mi blog podría ayudarme a soltar las palabras y las ideas. Le cambié el nombre que tuvo durante dieciséis años, desde el 8 de agosto del 2008 hasta hoy, que estoy escribiendo de nuevo por aquí con música y fotos siempre que se pueda.










"Go"

The Chemical Brothers

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