Me acosté, me coloqué los audífonos y puse el RAM de Daft
Punk. Tenía toda la intención de quedarme
dormido temprano mientras oía música pero no pude, era mi primer, y hasta ahora
único maratón.
Mi plan era dormirme a las nueve, despertarme a las 5:00 para salir a las 5:45 y estar a las 6:00 en la Alameda
Central. La última vez que vi el reloj
eran las 12:20 am. Me desperté a las
3:00, me decepcioné por la hora y acepté que ya no iba a dormir y seguí con la
música que había preparado.
Yo no corro con iPod pero siempre oigo mucha música y tengo
mi playlist de corredor para las carreras importantes.
Llegó el taxi que había pedido desde la noche antes, me
contó que no había dormido para pasar por mi, que se había quedado con una de
sus novias para hacer tiempo mientras daba la hora pero que se había aburrido
porque no había podido tomar.
En metro Tacubaya me encontré con otros corredores. Para cuando llegué a la Alameda, a las 6:00
de la mañana, ya había mucha gente y me acerqué al frente para ser de los
primeros en salir. Estiré como pude,
estábamos tan pegados unos con otros que a alguien no le gustó y tiró una
patada que le respondieron, empujones, mentadas de madre, tranquilos, le parto
su madre, pues órale, etc. Supongo que
fueron los nervios pero me cagó estar cerca de esos dos pendejos, correr es
justo un deporte donde no cabe la violencia, no hay manera, pero la
encontraron.
Hay un wey que siempre está dirigiendo las ceremonias en las
carreras, ésta vez contó sobre el maratón de las olimpiadas de 1968, de las
fanfarrias que se habían compuesto para aquella ocasión y que se volverían a
tocar después de 45 años. Para ese
momento yo ya no podía más y las emociones me tenían llorando, no era el
único. Tocaron el himno, lo cantamos y
cuando terminó, sonó el disparo de salida que sentí como una descarga de
adrenalina en el corazón, las piernas y la panza.
Todavía sobre Juárez alcancé a escuchar que alguien me
gritaba, ¡venga, Tato!, volteé y vi a mi amigo Lalo, fue la primera sorpresa en
la carrera, no esperaba encontrar a nadie en la salida y otra vez a llorar.
Yo había calculado correr a 6:00 min el kilómetro pero me
dejé llevar por el ánimo de la carrera y estaba haciendo un minuto debajo de eso. Mientras pasaba La Palma y me encaminaba al
Ángel de Independencia, vi que había una lona que decía IronBerna42k, en ese
momento reconocí a mi familia que además iban uniformados con playeras
que igual traían la misma leyenda. Lágrimas otra vez, pero con más energía
después de chocar mi mano con la de ellos y escuchar sus gritos de apoyo que
cómo ayudan a seguir.
Entramos a Polanco, salimos de Polanco, continuaba encontrando a mi familia que iba siguiendo el recorrido del maratón y habían
hecho un plan para verme en diferentes puntos de la ruta. Todo bien
pero cuando entramos a Chapultepec, por ahí del km 21 tuve que hacer una parada
estratégica en el bosque un minuto.
Cuando salía de ahí para tomar de nuevo Reforma, mi hermano me
acompañó algunos metros que me sirvieron para mantener el buen ánimo y soñar en
cerrar en menos de cuatro horas.
Más adelante estaba Javi Marroquín que corría a mi lado y me
tomaba fotos, me preguntaba cómo iba, brincaba coladeras, esquivaba aficionados
y me decía “venga Kleinchas, ya falta menos, mano. Te ves bien”. “Empiezo a
darlas, Javi. La neta” recuerdo haberle contestado antes de tomar la glorieta
de Insurgentes.
Ya en Chapultepec creo haber visto el 28k y empezar a sentir
que ya no estaba funcionando como debía.
No podía concentrarme y empecé a tener pensamientos negativos. Quise saber qué tan mal iba y se me ocurrió
hacer operaciones matemáticas mentales, como si fuera tan bueno haciéndolas
pero pensé que si podía hacer multiplicaciones y divisiones, podía distraer mi
mente y no dejarla que tuviera ideas como sentirse cansada y abandonar.
Fue más o menos ahí, cuando llegaba a Ámsterdam y Sonora,
que vi una chava del público que traía una cartulina colgada del cuello que
decía “VASELINA”. Ver ese cartel a la
distancia fue un rayo de esperanza para mi.
Hacía algunos kilómetros que la playera me lastimaba y apresuré el paso
para agarrar el abatelenguas que tenía en la mano pero justo cuando estaba por
tomarlo, el corredor que iba adelante de mi, lo agarró. No hay palabras para describir
la desilusión y dolor que sentí en ese momento, era la última dosis que tenía y
me la habían ganado.
A partir de ese momento me desconcentré por completo, vi a
dos corredores que se descomponían en calambres frente a mi, una chava tendida
sobre el asfalto que era atendida por unos paramédicos, otro corredor vomitando
sobre el camellón y yo que sentía que en cualquier momento estaría como ellos.
Me había encontrado con la pared y no había nada que me
motivara a seguir. Un calambre
amenazaba con aparecer en mi muslo izquierdo y caminé por primera vez. Consideré no seguir, tomar el teléfono y
avisar que no llegaría al estadio. Tuve
pena porque sentí que estaba fallando pero no podía más. Solo quería caminar
por Nuevo León hasta Insurgentes y tomar un taxi a mi casa.
No recuerdo cómo, pero llegó mi segundo aire y, a paso de
gallo-gallina, comencé a correr nuevamente. Para ese momento solo faltaban 5
kms que, en un día normal de no maratón, he corrido en 22 mins. Pero ese día el tiempo y las distancias
parecían de otro mundo. Corría durante muchos minutos y veía que solo había avanzado unos cuántos
metros. Mucho me ayudó ver a mis amigos en el último tramo de la
competencia para no mandar todo a la chingada.
Los últimos dos mil metros los hice corriendo sin parar, con
mucha gente gritando y apoyando a los corredores. Uno de los detalles que más me gustaron de
los organizadores fue que el número tiene anotado tu nombre, entonces propios y
extraños te gritan, te animan y oir tu nombre es distinto a “vamos, corredores…
ya falta poco… sí se puede” (me caga el "sí se puede").
Llegué al estacionamiento del estadio, bajé por la rampa al
túnel, quise gritar pero no me salió la voz, salí a la pista para los últimos
metros y no sé cómo, mis piernas olvidaron que ya llevaban 42 kilómetros
encima, corrí sin dolor, como si fueran los 100 metros planos, justo antes de
cruzar la meta, vi otra vez la lona y ubiqué a mi familia.
Por fin pude gritar y llorar de felicidad otra vez.
Es el primer maratón que hago, ese día dije que no volvería
a hacerlo pero en la noche ya estaba pensando en el del próximo año, el de éste
domingo. Hoy sé que quiero hacer muchos
más, mi meta es reunir la palabra MÉXICO con las medallas pero sueño con correr
en otras ciudades y vivirlo en diferentes condiciones. Sin duda, es la experiencia deportiva más
gratificante que he tenido.
Yo ya dije que no puedo correr con música, no me gusta ir peleando
con los audífonos y el sudor pero este blog siempre se despide con alguna
canción y hoy elegí a una parte del soundtrack de unos de mis churros
ochenteros favoritos, Streets of Fire.
Diane Lane en sus espectaculares veintialgo, Willem Dafoe de malo desde
entonces y Rick Moranis de idiota como siempre.
Fire Inc.
“Nowhere Fast”
Súper historia y buen final con una de mis canciones favoritas de los 80's.
ResponderBorrarSuerte el domingo, seguiremos llorando contigo :D
Besos!
Gracias Tati. Te oigo gritando en el video que subsite y me emociono todas las veces. Te quiero.
BorrarMuchas gracias por la crónica, la esperaba, llego a tiempo de correr el primero de los míos, debo decirte que verte salir hace un año me motivo a intentarlo, espero encontrarme en la salida, transcurso y en la meta! Un abrazo mi amigo! A darle duro!
ResponderBorrarQuerido Lalo. Me da mucho gusto que hayas hecho tu primer maratón y te haya ido tan bien. Muchas gracias por lo que me dices, debía ésta crónica hace un año pero al fin estuvo lista. Un abrazo.
BorrarBuenísimo Berna, me emocionó muchísimo aquella carrera y también ahora con tu crónica me pasa lo mismo... que bueno que vuelves a escribir y ya espero tu primer libro!. El domingo Dios mediante todo va a ir bien y también vamos a soltar algunas lagrimitas por el gusto de verte pasar, a ver si pronto corremos contigo. Con madres !
ResponderBorrarGracias! Yo también me emocioné mucho con esa carrera. Ésta vez no fue todo como yo esperaba pero ya vendrán nuevas oportunidades de mejorar. Un beso.
Borrar
ResponderBorrar") me encanta leerte Berna! Todas las buenas vibras este domingo! ! Tqmm y disfruta
mucho este maratón... quiero ser como tu cuando sea grande :3
¡Gracias Diana!
BorrarA mi también me gusta mucho leerte. Me hubiera gustado verte con Max el domingo pero ya nos saludaremos pronto. Besos.
Soy tu fan!! Te quiero Tato!!! :) Marce
ResponderBorrar¡Chócalas! Yo soy tu fan también.
BorrarTe quiero Marce.
:)
Casi me haces llorar! Gracias a éste maraton que describiste el año pasado, estoy por correr mi primer medio en un mes. Por algo se empieza. Algún día haré el del DF, pero le temo a los 2mil metros sobre el nivel del mar, considerando que vivo sobre el nivel del mar. Anyway's... cómo te fué? Entré nomás pa' leerte, asi que no te hagas, cuéntanos.
ResponderBorrarUn abrazo!
¡Hola Ale! Yo lloré un poco cuando lo escribí. Qué chingón que gracias a lo que escribí, vas a hacer tu primer medio maratón. Yo ya te estoy esperando acá para que corras el completo en el 2015, ándale. Ya voy a decir cómo me fue. Bien por un lado, mal por otro. Ya casi acabo y lo subo. Abrazo.
BorrarBerna!!! por fin encontré tu blog, por supuesto olvidé la dirección. Me gustó mucho!!!! te admiro, continuar en esas condiciones lo consigue solo la gente con una fortaleza mental muy grande. De verdad muchas felicidades y gracias por correr con mi nombre en tu playera. Me impresiona que esa canción es una de mis favoritas para correr, de hecho forma parte de mi primer playlist para correr y cada carrera hago uno distitnto, esa canción aparece en todos. Me anima muchísimo!! Saludos Berna!
ResponderBorrar¡Hola Diana! Qué bueno que me encontraste y qué bueno que me dejas tu comentario. Me ayudó a terminar traer sus nombres conmigo, no lo hubiera podido hacer de otra manera. La canción es espectacular, pero ¿ya viste la película? Abrazo Diana.
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