domingo, 9 de noviembre de 2008

DAVID DUNN (Don David para los cuates)

Pues aqui está la anécdota que dije contaria cuando empecé con este blog... Hace poco más de nueve años que sucedió esto.

El día comenzó raro, por no decir jodido. . . Se festejaba un cumpleaños con una comida en la cual se requeria mi asistencia. Cuando iba camino al mencionado evento, un coche le pegó al mio para después salir huyendo como un cobarde. . . no quiero aburrir con cuentos largos y tampoco desviarme del tema. . . no lo alcancé y me fui haciendo un coraje de la puta madre esperando que el festejo del día me pusiera de mejor humor.

Aquellos que me conocen saben que tengo una afición por la comida y, como es mi costumbre, ese día abusé de ella. Al final de la reunión estaba bailando con la festejada y fue en ese instante que sentí una punzada en el estómago. . . No podria decir que fue un dolor lo que quedó después, era más una molestia pero nada que me preocupara en ese momento. Me fui a mi casa, me quité los zapatos, me saqué la ropa y dormí como el ángel que soy. . . sí, dije ángel. Por la mañana la molestia seguía, lo cual me hizo considerar ver un doctor un poco más tarde aprovechando que tenía que recoger unos análisis de mi mamá con una amiga médico suya.

Me revisó, me dijo que mis veinte años estaban muy sanos y que tenía una ligera infección. Afortunadamente no le creí y abusando de la cercania afectuosa con una familia de médicos, acepté la propuesta de ir al hospital donde trabajaba uno de ellos.

Ese día cayó una tormenta como pocas cuando dejé el coche estacionado, así que tuve que correr algunos muchos metros para no acabar hecho una sopa cuando llegué a que me revisaran por segunda vez en el día. Me hicieron unos análisis y efectivamente había una infección, con el pequeño detalle de que no era tan ligera como lo había diagnósticado la doctora de la mañana. . . tenía apendicitis y los médicos que me estaban atendiendo estaban sorprendidos porque hasta ese momento seguía siendo para mi, sólo una molestia.

Por favor, que no se tomen estos comentarios como un acto de soberbia. Me explicaron que mi tolerancia al dolor era un poco más alta que lo normal lo cual es, lógicamente, muy peligroso. La parte buena de esto es que casi nunca me duele nada, la mala es que cuando algo me duele es porque ya está cabrón y la fea es que así será toda mi vida. . . ni modo.

Pasó todo el día y por la noche, llegó la hora del cuchillo. Tengo que confesar que, en pocas palabras, yo estaba cagado de miedo. . . nunnnnnnnnnnca me habian sacado una muela y ahora estaba a punto de que me abrieran la panza, así que pedí que no me anestesiaran del todo y me trataran con todo el cuidado posible. Empezó la operación y mi enferma cabeza decidió que ¿por qué no? iba a ver cómo me abrian (con imágenes distorsionadas) en la lámpara que tenian encima de mi. De pronto, noto que se quedan todos quietos, abren los ojos así como muy asustados y se voltean a ver con cara de "ah cabrón. . ." y yo, al no saber si era una costumbre hacer ese tipo de expresiones. . . o si habían encontrado a Alien dentro de mi. . . me puse un poco, y sólo un poco, loco. Me durmieron enseguida y cuando desperté en la madrugada con un dolor que hasta ese momento de mi vida era el más fuerte que había sentido, me explican que la operación se complicó y tuvieron que hacer una operación más. . . ¡su madre! . . . "¿¿¿Pero por qué???, ¿cuál otra operación?". . . con la única respuesta de qué mi doctor me daria explicaciones, sólo él. . .

De lo que pasó al día siguiente no recuerdo mucho gracias a mis continuas solicitudes de anestesia perfectamente cumplidas por las enfermeras, así que estuve viajando todo el día en sueños chingones, lejos de esa sala de recuperación donde mis vecinos se quejaban de mis gritos de dolor y me enfrentaban con algunos "ya callateeeee!!! deja dormir llorónnnnnnn!!!" a lo que yo contestaba "pues me duele, chingada madre!!!". . . Conforme fui recobrando la conciencia y ya en el cuarto, noté que todos los que me visitaban llegaban con una sonrisa fingida y los ojos de sapo. Y es que uno no es menso o bueno. . . tal vez un poco pero no tanto como para no darse cuenta de que la cosa no estaba bien. Llega el doctor que me operó y por fin obtengo las respuestas a las preguntas que nadie me queria dar. . .

- Doctor, ¿qué tengo? porque veo que todos llegan muy sonrientes a verme pero con los ojos saltones y me dicen que no me desanime. . . ¿que no me desanime de qué?
- Pues mira. . . te lo voy a decir aunque me pidieron que no lo hiciera pero es mejor que lo sepas de una vez. Es posible que tengas cáncer. . .

¿Mencioné que estaba cagado de miedo antes de la operación? bueno, es que no habia hablado de esto. A los veinte años, lo último que esperas escuchar es algo así. De cualquier manera me propuse no deprimirme y disfrutar lo que se pudiera el tiempo que quedara. No es que no tuviera miedo, pero como bien dicen "la esperanza muere al último".

Muchas visitas, muchas risas y muchas lágrimas también. En esos días sentí mucha pena por mi familia y en general por la gente que era cercana a mi en ese momento, los veía tristes y más preocupados que yo. No sé si era la necesidad de no aceptarlo de mi parte pero no tuve tanto miedo. . . todos se portaron maravillosamente y me acompañaron en ese momento tan complicado por el que pasé, porque tengo que aceptar que me puse un poco consentido. . . aunque creo que no abusé. . . tanto. . .

Parte de mi recuperación consistia en caminar un poco para mantener al cuerpo activo y que las tripas regresaran a la normalidad de sus funciones. La ley de Murphy dictó que el día que me tocó la bata que no tenia ni botones ni cintas que la sujetaran, recibiera la visita de puras chicas. . . yo caminaba arrastrando los pasos por el dolor que poco a poco iba cediendo, con una mano agarrando el pedestal del suero y con la otra sujetando la "bata" por la espalda, la mirada atenta a cada movimiento de mis pies para evitar cualquier tropezón inoportuno que tuviera como desenlace una escena poco digna. . . llegan mis amigas de la universidad, yo peleando con el trapo ese y una de ellas doblada de la risa. . . no voy a dar más detalles.

Alguien me dijo algo, cuando salí una semana después, que me dió mucha risa. . . "hierba mala, nunca muere" y es verdad. Desde ese día me siento como muy chingón, como si fuera a prueba de todo y por fortuna hasta ahora así ha sido.

Por cierto, no fue cáncer. . . era apendicitis extrema con delirios de grandeza y fuertes aspiraciones, casi alcanzadas, de convertirse en peritonitis asesina. No pasó nada y aqui sigo.

Muse
"Invincible"
HAARP Tour, Wembley. Jun' 07.


2 comentarios:

  1. Cuco...
    Larga vida a este blog!

    Ah, yo supe quien te vió en tu batita sin cordones, pero no voy a decir nada, shhhh!

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  2. "Apendicitis extrema con delirios de grandeza..."

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