Lunes 6.00 am. Salgo a correr en el Periférico como cada tercer día. No he salido aún del edificio y ya oigo sus voces, creo que se están preparando para el inicio de las hostilidades. Alcanzo a escuchar que uno de ellos se está acobardando, grita que no quiere ir mientras llora y suplica que lo dejen quedarse... ¿la respuesta? gritos aún más imponentes, autoritarios y humillantes.
- ¡Levántate! llegó la hora... - ¡Por favor! no... no puedo hacerlo... ¡No quiero!.
Yo trato de ignorar lo que oigo y sigo con mi camino pero tan pronto llego a la calle me doy cuenta que su ejército ha tomado la ciudad. Los veo pasar con su mirada perdida, como si estuvieran muertos en vida o como si los llevaran al encuentro con sus verdugos.
Quisiera evitarlo pero no puedo, me provocan risa... un poco de lástima tal vez. Por algún tiempo, aunque corto, vivieron como reyes haciendo cuanto quisieron pero hoy es su último día. . . y el nuestro también.
Las clases dieron inicio... y como si alguien hubiera abierto las puertas del infierno, salieron miles de demonios a desquiciar la ciudad...
Quise iniciar hoy con la historia de mi blog. Elegí está fecha porque me gustan los días palindroma. . . 8 del 8 del 8. . . siendo mi número favorito, y repiténdose tres veces, pensé que hoy podría ser un buen día para iniciar algo. . . así que aquí estoy escribiendo la primer entrada de algo que aún no sé del todo lo que será pero que al menos espero me divierta.
Siempre me ha gustado jugar con los números, les hago todo tipo de operaciones (de preferencia mentales) y trato de encontrar relaciones entre nombres, fechas, situaciones, horas, etc., y volver todo lo que pueda una cifra de un solo dígito. Hoy por la mañana, camino a mi trabajo, venía pensando en algunos otros “días palindroma” que he vivido, sólo pude recordar uno. . . el 9 de septiembre '99. . . 9.9.99. . . recuerdo no haber estado tan sonriente como lo estoy ahora. . . y no es que mi vida se haya vuelto en estos días el ejemplo de la felicidad, no, pero en aquella ocasión estaba tirado en la cama de un hospital con un par de operaciones encima, con la incertidumbre (la maldita incertidumbre) de no saberlo que tenía realmente y compartiendo el cuarto con un viejillo mitómano que sólo tenía por familia a un sobrino casi tan extraño como él, pero esa es otra historia que contaré otro día.
Esta entrada la he escrito sólo porque quiero que quede registrada esta fecha, así que me auto-disculpo los errores gramaticales, de redacción y ortográficos que pueda haber cometido hoy. . . es 8.8.8 y cómo además es viernes, me pondré en el modo “relajado”.