"La peste no es la excepción, es la regla revelada."
Albert Camus.
Ayer me encontré con esto que escribí hace cinco años y una semana, el 20 de mayo del 2020, cuando teníamos apenas dos meses de estar encerrados, tanto como los grados de privilegios de cada uno lo permitieran, porque el confinamiento no fue igual para todos.
Me pareció interesante, como ejercicio personal, leerme a la distancia. Me recuerdo haciéndome esas preguntas sobre el lujo, las ciudades y los espacios rurales, de alguna manera siguen rebotando en mi cabeza, pero de diferente manera. Qué días tan raros aquellos, que la calle estaba rarísima, el silencio general, el hipócrita miedo de encontrarnos o vernos con otras personas más allá de nuestro círculo inmediato,
"¿Qué es lo normal? ¿Cómo será nuestra vida después de esto? ¿Habrá un después?
Tal vez no para todos, pero tendremos que replantearnos nuestra vida, todos los que somos responsables, porque lo somos, de lo que estamos viviendo en este 2020 del reRenacimiento.
La cartelera del cine está vacía.
Es como estar en el ojo del huracán y escuchar cómo, poco a poco, crece el ruido por el viento, algunas ventanas explotan, se caen algunos cuadros y objetos de los libreros, entra aire mezclado con agua y polvo.
¿De qué manera tenemos que pensar las ciudades? ¿Qué significado tendrá ahora la palabra lujo?
Debemos replantearnos nuestra necesidad de consumo, cantidad de ofertas y promociones en línea para captar nuestra atención e intentar quedarse con nuestras monedas y billetes virtuales.
La actualización de muertos y contagiados en tiempo real nos invita a mantenernos pegados a cualquier tipo de red social, parece haber una necesidad de compartir los pensamientos, sentimientos y actividades como nunca antes, y la viralización de noticias sin confirmar ha crecido como nunca, la mejor protección que he encontrado ha sido poner en cuarentena a mis contactos reincidentes y silenciarlos por tiempo indefinido. Hoy sumé a uno más que difundió dichos de un "cómico", o alguien que cree serlo, sin verificar por encima de los comunicados oficiales.
Nos cuidamos por nuestros familiares y las personas a las que queremos, pero también por aquellos a los que no, porque si no estamos todos, no estamos completos.
Pensamos que de alguna manera es un momento histórico que nos ha tocado, "tocado" (si no es que nosotros mismos lo hemos provocado), vivir.
El peligro son las ciudades, en los espacios rurales la convivencia y la higiene pueden ser más cordiales. La ciudad como contenedor de arquitectura y actividades, voltear hacia el espacio rural y encontrar la media entre una y otra.
Películas como La Aldea de Shyamalan, con una jiribilla final que nos haga quedar a todos como unos pendejos."