viernes, 29 de noviembre de 2024

Internet y Redes Sociales

¿Cuánto tiempo dedicamos a Internet durante nuestra vida cotidiana? Vivimos en un mundo que cada vez se vuelve más digital, y la información que recibimos a través de este medio está reconfigurando la manera en la que pensamos, aprendemos y nos relacionamos con el mundo. 

La información, verídica o no, llega a nosotros casi en tiempo real, y esto está modificando nuestras capacidades de estudio, trabajo, concentración y relaciones, ya sean personales o profesionales. Los procesos informativos y creativos están condicionados por la permanente presencia de Internet. Necesitamos ser más conscientes y responsables con el uso de esta herramienta, reflexionando sobre su uso y la dirección que debe tomar en nuestro futuro inmediato y lejano. 

¿De qué manera se percibe la tecnología en nuestros días? ¿Cómo se ha transformado el lenguaje a partir de su acelerado desarrollo? ¿Cuál es el poder de las redes sociodigitales en nuestra sociedad y qué tan positivo es el uso de Internet en nuestras vidas? 



ALIADOS O ESCLAVOS DE LA TECNOLOGÍA

La primera pregunta que debemos plantearnos es de qué manera la tecnología, en este caso Internet, está moldeando nuestra forma de pensar, comunicarnos y relacionarnos con el mundo. 

Por supuesto, la tecnología es un aliado en nuestra vida moderna; nos permite estar comunicados en cualquier momento y tener acceso a todo tipo de información necesaria para nuestro desarrollo académico, profesional, personal y de entretenimiento. 

Sin embargo, esto también ha impactado negativamente nuestras capacidades de atención, creatividad y, por contradictorio que parezca, nuestra habilidad para conectar directamente con otros seres humanos. 

Podemos comunicarnos en tiempo real de muchas maneras con alguien al otro lado del mundo, pero no somos capaces de relacionarnos con nuestros vecinos o incluso con nuestros propios familiares. 

Aun así, la tecnología siempre nos ha proporcionado las herramientas necesarias para hacer de nuestra vida una experiencia más eficiente. Internet, sin duda, es una de ellas, pero el peligro de abusar de su uso la convierte en un riesgo y nos vuelve, en muchas ocasiones, dependientes en la búsqueda obsesiva de permanecer conectados, actualizados y, sobre todo, seguidos y respaldados por nuestros seguidores. 

La necesidad de atención pone a muchos en una posición de dependencia que pocas veces es reconocida y mucho menos atendida. 



LENGUAJE EN CRISIS 

La dinámica propia de nuestro ritmo de vida ha propiciado transformaciones en el lenguaje y la escritura. 

La lectura y escritura digital son cada vez más comunes, lo que provoca que las lecturas se vuelvan superficiales al no tener siempre la necesidad de dar seguimiento a una lectura por ese medio. Leer un libro impreso es una experiencia completamente distinta a hacerlo en un dispositivo digital, ya sea un teléfono, computadora o tableta. 

Las reflexiones, anotaciones y procesos mentales involucrados son diferentes si son de manera análoga o digital. La oferta informativa nos distrae y con frecuencia saltamos de un tema a otro sin dar seguimiento a lo que inicialmente nos interesaba. 

Esto también se refleja en nuestra manera de hablar y escribir. Las redes sociales nos presentan y promueven intensamente herramientas que reducen la comunicación a palabras breves y nos empujan al uso de emojis, memes y frases abreviadas, lo que en muchas ocasiones reduce la expresión y comprensión de nuestras ideas. 

Se presta menos atención a la ortografía y la redacción, ya que las conversaciones suelen estar envueltas en una cómoda informalidad. 

De esta manera, nuestra capacidad lingüística y de pensamiento se va reduciendo con el transcurso del tiempo.



EL PODER DE LAS REDES SOCIODIGITALES 

En Internet parecería que todos tenemos voz; todos podemos decir y hacer lo que queramos, aparentemente. 

Aunque las redes pretenden ser neutrales, su poder económico y de influencia está controlado por algunas pocas empresas, bastante alejadas de los usuarios. 

Los algoritmos son dirigidos por otros para decidir qué es lo que vemos y cómo interactuamos con esa información. 

Dejamos información personal valiosa en nuestros dispositivos que les permite vigilarnos y monitorearnos a partir de nuestras búsquedas y likes. 

Esta información se convierte en parte de diferentes bases de datos que se utilizan para generar publicidad dirigida, que puede afectar elecciones, sembrar opiniones en el colectivo general e incluso alterar nuestra percepción de ciertas realidades.



USO ADECUADO DE INTERNET 

Una de las preguntas más importantes que podemos hacernos al respecto es si estamos utilizando Internet de manera correcta. 

Como herramienta de nuestra vida cotidiana, no podemos negar su importancia y poder, pero la manera en la que nos relacionamos con ella no parece ser la mejor. 

Funciona como un estímulo permanente y rara vez nos detenemos a pensar si lo que nos ofrece es real, útil o necesario. 

Es un generador y archivo de información confirmada o no que se encuentra a nuestro alcance de manera inmediata. Muchas veces le confiamos nuestra información más personal sin preguntarnos en dónde puede estar utilizándose ni con qué fin. 

Por otro lado, el acceso a la educación y el conocimiento se ha visto beneficiado al permitir que todos, o la mayoría, tengan una mayor posibilidad de acceder a más información. Muchas comunidades que por años se mantuvieron aisladas ahora están conectadas con poblaciones vecinas, fomentando así el intercambio cultural y comercial. 

Sin embargo, el placer inmediato y la información fácil son el producto de consumo. La gente prefiere usar su tiempo en redes sociales buscando seguidores y likes antes que buscar información que complemente sus conocimientos. 

Se consume más material de bajo contenido intelectual que trabajos de mayor profundidad. 



El problema no es Internet; somos nosotros y el uso que le damos, así como la manera en la que decidimos interactuar en él. Vivimos en una sociedad que fomenta la velocidad por encima de la calidad y la cantidad sobre la profundidad de las cosas. No hay espacio para la contemplación; el consumo está por encima.



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